La cantante afroespañola Concha Buika deslumbró y embrujó al público en la Sala BOD Corp Banca.
“Subirse al escenario es como hacer el amor, Uno está desnudo…
Uno da lo que tiene, pero nunca sabrá cómo es recibido por ustedes”.
Uno da lo que tiene, pero nunca sabrá cómo es recibido por ustedes”.
Concha Buika.
Íntima, visceral, anecdótica. Sacerdotisa de la seducción y el hechizo. Reina de la pasión y la intensidad. Son algunos atributos que describen la esencia del concierto ofrecido por la encantadora artista mallorquina de padres africanos Concha Buika en la escindida Sala de Conciertos del Centro Cultural Corp Banca, los días 3 y 4 de septiembre. Divas inmortales de la talla de Billie Holiday, Ella Fitzgerald, La Lupe, Olga Guillot, Lola Flores y Chavela Vargas forman parte del equipaje vocal e interpretativo de BUIKA, quien viste sus creaciones con una fina alquimia de flamenco, jazz, soul, blues, danzón y son montuno que enamora y hechiza sin remedio a quien la escuche.
BUIKA en 3D, captada por el lente Diverso.
Descalza, con su amplia melena al viento y un vestido tornasol brillante en tono marrón con destellos en forma de estrella, la intérprete afrohispana Buika cautivó a la audiencia por casi dos horas, paseándose por una vibrante selección de temas desgarrados, que enfundados en su piel cobraron nueva vida, acompañada por 3 excelentes músicos que Buika definió cabalmente como maestros: Iván Melón Lewis en el piano, Antonio García en el bajo y Ramón Porrina en la caja (percusión), y a quienes registró con el lente su cámara CANON a la hora de ejecutar sus solos.
Buika dio inicio su travesía musical a las 8:20pm con la emotiva “Cierro Los Ojos”, destilando fuerza interpretativa y energía arrolladora. “Muchas gracias. Buenas noches. Llegamos aquí (septiembre 2) a esta tierra extraña, mágica. Esta es una ciudad que no es fácil (…) Yo tuve una vida que no fue fácil. Pero no fácil no significa no posible”, palabras con las que entabló una conexión directa y filial con el público de principio a fin.
Sus inflexiones, su alegada timidez que se disipa apenas habla, canta y cuenta cuentos, aderezados con la pasión y el dolor que destilan sus vívidas líricas, se patentizaron en los acordes de “Mi Niña Lola”. “Esta es una dedicación para todos vosotros. Que Dios bendiga a todos” dijo la cantaora de cuerpo diminuto, tatuajes vistosos, brazos bien tonificados, sonrisa y sensualidad a flor de piel que erizó a los presentes, no sin antes invitar a su embelesada audiencia a intimar con ella. “Soy un persona tímida para hablar, pero no para cantar. Estar en el escenario es como estar en una cama. Aquí vinimos a escuchar de todo. ¡Porque si no, de qué sirve estar vivo!” Los aplausos, gritos de admiración y vítores no se hicieron esperar. ¡Guapa!
La siguiente pieza, dedicada a “aquellos que se han ido de nuestros corazones por voluntad propia, para que no vuelvan nunca más, aunque a veces somos tan tontos que les abrimos las puertas y los dejamos pasar”, fue el preámbulo perfecto para entonar “Tu Volverás”, a la cual se adicionaron “Luz de Luna”, “Jodida pero contenta”, “No habrá nadie en el mundo” y “Se me hizo fácil”, desnudando su alma a capricho y placer sobre el dividido escenario, “tan extraño como yo”, Buika dixit.
La “hija negra” de Mamá Chavela (Vargas), fallecida recientemente, no podía dejar de recibir su merecido homenaje por parte de la maestra Buika -con ron en mano-, con la embriagadora “El Último Trago” ante más de 400 caraqueños, testigos de sus cadenciosos vaivenes, cómplices del orgiástico recorrido sonoro y emocional que colmó la sala durante el recital.
Al compás de “Duele el amor” languidecía la velada, mientras Buika danzaba como la reina de la rumba y el candombe entre risas y llanto.
Pero el público se negaba a dejarla ir, prolongando el placer de tenerla cerca una vez más. “La última canción no es nunca la última canción, como el último trago de ron no es el último. No tenía ya ron y apareció uno nuevo. Ya no puede ser la última” sentenció.
El falso final duró poco, ya que tras ser ovacionada junto sus “maestros”, retornó al escenario para complacer a su devota audiencia con una personalísima versión de “Volver, Volver”, no sin antes entregar su rutilante pulsera a uno de sus entusiastas fans y recibir de una efusiva seguidora un anillo, como un símbolo de alianza amorosa, sellada en plan de decreto con la siguiente frase: “dicen que para asegurarse de volver a un sitio hay que dejar algo de uno”. Y lo que ha ser, será. La guapa BUIKA ha de volver. Escrito con tinta indeleble y con ansia loca está. ¡Y Olé!
Imágenes de soporte: BOD Corp Banca / VenezuelaAlDía.com (Cortesía).
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